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Nuestro trabajo artesanal

La ropa de Saint James es el resultado de la artesanía humana transmitida durante décadas. Nuestros artesanos destacan en sus especialidades y trabajan a diario para elaborar productos de alta calidad. Este exigente proceso de fabricación no deja lugar al azar ni a las conjeturas. Descubra el trabajo de nuestros maestros tejedores, costureros y cosedores.
La experiencia de los maestros tejedores
Uno de los mayores talleres de punto de Europa

Los llamamos maestros tejedores, al igual que los artesanos que han adquirido tal dominio de su especialidad que su saber hacer se ha convertido en algo esencial para la profesión. Estos maestros tejedores son herederos de un oficio que existe desde la Edad Media y que consiste en fabricar prendas de punto.


Hoy en día, la producción está parcialmente mecanizada, pero el saber hacer humano de los maestros tejedores es insustituible. Los ingenieros de punto de Saint James están a cargo de uno de los mayores talleres de punto de Europa, con no menos de 75 telares de punto bajo su responsabilidad directa.

Los maestros tejedores no se limitan a observar las máquinas de tejer, que funcionan 24 horas al día, seis días a la semana. Las ponen en marcha, las alimentan con hilo y realizan ajustes técnicos, que varían en función de la prenda que se va a producir y del hilo utilizado. No hay lugar para el error en este proceso, que requiere experiencia y una supervisión constante.
Las piezas de punto, llamadas paneles, son recogidas y revisadas por los tejedores cuando salen de los telares. Se dice que estos maestros tejedores tienen "la mano de Santiago": consiguen detectar hasta el más mínimo fallo y utilizan máquinas de alta tecnología como simples herramientas de trabajo. Sin el saber hacer humano que las supervisa, los telares de punto no servirían de nada.

La experiencia en tejido de punto que impulsa la calidad

Los ojos experimentados y agudos de los maestros tejedores son esenciales para una fabricación irreprochable. Mil quinientas puntadas de punto se hacen en unas centésimas de segundo. Se necesita toda la pericia de los artesanos para que la puntada tenga la calidad requerida en tan poco tiempo. Supongamos que uno de los paneles tiene un defecto. Se indica mediante una etiqueta blanca que avisa al taller de remiendos (atelier de raccoutrage), que interviene al final del proceso de tejido.


Según el material utilizado, el tamaño y la complejidad del modelo, y el punto empleado, un panel se teje entre 3 minutos y 1 hora y media. La marca Saint James fue una de las primeras en tejer paneles a medida. Esta técnica da lugar a un punto más apretado, lo que permite obtener una prenda más resistente y de mayor calidad con menos desperdicio de materia prima.


Cada mes, los maestros tejedores supervisan el tejido de 430.000 millas de hilo de lana, el equivalente a un viaje de ida y vuelta a la luna.

Los dedos de oro de las costureras

En los talleres de Saint James, el arte de la costura es practicado principalmente por mujeres. Más de 100 costureras trabajan en el taller de confección, poniendo cada día sus conocimientos de alta costura industrial y manual al servicio de los productos.


Divididas en varios grupos autónomos, las costureras ensamblan y revisten las prendas, utilizando diferentes técnicas de confección. Entre estas técnicas, algunas son especialmente complejas:

Revestimiento: se basa en un tipo de costura muy elaborado y consiste en un dobladillo al final de las mangas y en la parte inferior del cuerpo del jersey;


La overlock: una vez cortada la puntada, la overlock atrapa el dobladillo, evitando así cualquier riesgo de deshilachado;


Acolchado: la técnica utilizada es la más parecida a la de la máquina de coser familiar;


El cuenco: el montaje de los paneles se realiza con una costura muy fina y discreta para que la prenda no pierda nada de elegancia;


Remesado: se realiza puntada a puntada en las agujas de una corona. El remallado es una técnica muy meticulosa que permite unir el cuello al escote y al cuerpo del jersey. El cuello se gira hacia abajo en la corona y se cose con un punto de cadeneta.

Esta última técnica, remeshing o remaillage en francés, es específica de la confección de las prendas Saint James. El tejido se mantiene flexible. La prenda conserva una mayor elasticidad cuando se usa, sin perder su forma ni deformarse con el tiempo.


Entre el inicio y el final del proceso de confección, cada prenda de Saint James se beneficia del saber hacer de 18 pares de manos. Se teje, se corta, se ensambla, se remienda y se plancha por parte de artesanos expertos y sus ojos experimentados.

El ojo experto de nuestras raccoutreuses, expertas en remiendos

El trabajo de las raccoutreuses, también realizado mayoritariamente por mujeres, es una profesión rara y preciosa. Se trata de un saber hacer humano insustituible, que no se puede mecanizar. No se enseña en la escuela, sino únicamente en los talleres de Saint James, tras casi dos años de formación.


Al observar las acciones de los expertos en remiendos, uno podría imaginárselos en el muelle de un puerto pesquero, concentrados en su tarea, ocupados en reparar las redes. La técnica es casi similar, pero aquí se aplica a las prendas de Santiago que llegan al final de la cadena de tejido.


Las raccoutreuses, provistas de pequeños ganchos y lupas luminosas, vigilan las más pequeñas imperfecciones. Cuando detectan un defecto, por pequeño que sea, en la prenda, deben desenredar y volver a tejer la zona afectada.

Con paciencia y minuciosidad, remedian las puntadas de deslizamiento, los hilos tirados, cualquier lana sobrante, y proceden al pellizco, es decir, a la caza de fibras extrañas, pequeñas pajas, que provienen de la lana de las ovejas.

Las racoutreuses son también las únicas que pueden terminar el cuerpo de un panel que las máquinas de punto no pueden. Por ello, intervienen después de tejer y antes de ensamblar.

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